Transiciones Democráticas en el Cono Sur - Período 1973 a 1985

 Fuente:Transiciones desde un gobierno autoritario" de Guillermo O’Donnel

 Casos: Argentina, Brasil, Chile y Uruguay

 

Þ  Argentina


Características del Sistema político anterior

 

          La escena política de Argentina estaba dominada por un partido hegemónico, el Partido Justicialista, o peronismo (un partido que se caracterizó por  ser poli-clasista y poli- partidista). En el año 1955 una insurrección cívico- militar puso fin a diez años de gobierno peronista. El modelo peronista, basado en la relación directa entre el líder y las masas, convirtió a Perón en el único depositario de la representación popular. El personalismo de Perón produjo una desactivación permanente del parlamento y de los canales partidarios de expresión política. Además el peronismo en el poder tenía a considerar las actividades de los partidos de oposición como manifestaciones de intereses sectoriales ilegítimos. El derrocamiento del gobierno peronista fue apoyado por un amplio frente político que incluía a todos los partidos no peronistas, los representantes corporativos e ideológicos de la clase media y la burguesía urbana y rural, las fuerzas armadas y la Iglesia.

            Luego del derrocamiento de Perón en 1955 los partidos no peronistas y los militares (los principales hacedores del mismo) se fueron convirtiendo en antagonistas. Los militares perdieron la vocación democrática y querían implantar gobiernos autoritarios lo que los llevó a una confrontación con los partidos no peronistas. Otro elemento que generó controversia fue la política ante el peronismo, había propuestas que pasaban desde el “integracionismo” (la reabsorción gradual del peronismo en la vida política), hasta el “gorilismo” (que exigía la extirpación total del cáncer peronista).


Características de la sociedad civil en relación con el sistema político

 

            Existía una organización sindical muy fuerte y en estrecha relación con el partido hegemónico Los sindicatos sostenían que las políticas económicas y laborales de los regímenes no peronistas no sólo perjudicaban los intereses de los trabajadores, sino que socavaban también la posibilidad de un retorno a la Edad de Oro peronista.  Los gobiernos del período 1955-1966, civiles y militares, tenían como política la exclusión del peronismo de la escena política legal. Como resultado, el movimiento sindical peronista se convirtió en una fuerza subversiva.

 

Los militares del período ulterior a 1955

 

Desde 1955 en adelante los militares se fueron fraccionando, dicha fragmentación alcanzó su punto máximo entre 1959 y 1963 en dos oportunidades los desacuerdos culminaron en confrontaciones armadas. Allí surge la figura del general Onganía quien decidió que el experimento semidemocrático iniciado en 1955 tenía que concluir. La profesionalización de las fuerzas armadas por el general Onganía culminó en el golpe militar de junio de 1966 en alianza implícita con los liberales y el movimiento obrero. Los objetivos de la revolución argentina eran dobles, por un lado la suspensión de las actividades de los partidos políticos y de las instituciones parlamentarias; por otro lado la separación de las fuerzas armadas con respecto al gobierno.

En 1969 se vivió una insurrección popular, que culminó en el “Cordobazo”, fusionó a empleados, obreros, estudiantes y sectores urbanos pauperizados. Desde el “Cordobazo” hasta la caída del efímero sucesor de Onganía, el general Levingston, la aguda crisis militar fortaleció las amenazas planteadas a los fundamentos de la dominación social. 

 

 A partir de 1973

 

En 1973 vuelve para quien al igual que Onganía (quien había intentado abolir la política) el problema de la Argentina era político, es decir Perón. Así que trató de institucionalizarla. Casi tres años de gobierno peronista fueron testigos de una constante aceleración del tiempo político, determinada principalmente por el cerrado apresuramiento de todos los actores que procuraban consolidar sus ganancias inmediatas y desalojar adversarios a cualquier costo. Contra el telón de fondo de un intensificado terrorismo guerrillero y paragubernamental, diversos episodios socavaron la viabilidad del gobierno constitucional y del régimen democrático. Perón fallece en el 1974 quedando en su cargo Maria Estela, su esposa.

            Los empresarios desafiaron abiertamente cualquier control de precios que el gobierno trató de imponer; del mismo modo, llevaron a cabo una completa interrupción de las inversiones. Desde 1975 dos grupos criticaron severamente no sólo al gobierno, sino también a la sociedad argentina como un todo. Esos dos grupos eran las fuerzas armadas y la dirección de la organización de los empresarios liberales. Ambos grupos emitían críticas económicas y políticas cada vez más reprobadoras y condenaban al gobierno por sus tácticas ineficaces de represión y por su incapacidad para controlar a los diversos sectores sociales opuestos y aliados a él.

 

El golpe de 1976

 

            El desafío de la guerrilla y la crisis social concomitante fueron interpretados por los militares como síntomas de una sociedad enferma.  Así que se organiza un golpe contra el gobierno peronista. Se creó una junta de comandantes en jefe. El gobierno estableció un sistema económico de mercado libre, principalmente a través de la apertura del mercado interno a la competencia extranjera. Pero aun más importante fue la adopción de la política de la “tablita” en diciembre de 1978 (un programa de devaluaciones).

 

Transición a la democracia

             

            El personaje central de este cambio fue Raúl Alfonsín, quien obtuvo gran popularidad a través de su oposición a la Guerra de las Malvinas. Por el contrario, la misma guerra deslegitimó al régimen militar.

 El rasgo más impresionante del proceso, que se inició en 1983, fue la transformación del Partido Radical en un serio competidor electoral de los peronistas. El Partido Radical se convirtió en una nueva alternativa. Una mayor paridad entre los dos principales partidos también favoreció a la estabilización de un sistema institucional que regule el conflicto político. La reorganización de los partidos después de siete años de proscripción de la actividad política y la subsiguiente campaña electoral también ha llevado al primer plano la idea de la democracia constitucional y de la estabilidad de las instituciones.

 

Þ  Brasil

 

Características generales de los sistemas

 

Hasta 1964 se venía viviendo en Brasil un proceso de elecciones regulares, pero poseía un extrema debilidad  en su sistema de partidos (no habían afiliaciones ideológicas). La ideología que adoptó el régimen fue que la sociedad brasileña no había alcanzado la etapa de desarrollo económico y social capaz de deparar la práctica de una verdadera democracia, además creía que a consolidación de las relaciones capitalistas constituía precondiciones para el despliegue de instituciones “estables” y “democráticas”.

El régimen autoritario, que se constituyó con un golpe militar en 1964, abrogó los derechos políticos, cívicos y constitucionales, suprimió y controló los canales para la representación de intereses, etc.; pero se toleró la existencia de partidos (ya que no tenían una vital importancia). Otra cosa a señalar es que el federalismo, que caracteriza al Brasil, permitió cierta autonomía de los gobernantes. Hay que recordar que Brasil contaba con un ejército fuerte que había sido el principal actor en el fin del imperio brasilero y la instauración de la república brasilera (los primeros presidentes fueron generales). El ejército tenía un carácter elitista. El régimen brasilero se caracterizó por ser muy organizado. La relación entre los militares y la estructura de la autoridad fue agravada en el caso de Brasil por la creación de una estructura de poder paralela dentro del gobierno y la burocracia militares, la denominada comunidad de inteligencia (constituidas por la red de servicios secretos de cada una de las tres fuerzas armadas). Éstos comenzaron a controlar la lealtad (para resolver los problemas del disenso) de los protagonistas hacia el régimen.

 

El proceso de “Liberalización”

           

            La liberalización brasileña se desencadenó originalmente a partir de las dificultades del régimen parra resolver problemas de su “economía interna”.

            Después de un período de extraordinaria expansión, durante los años del llamado “milagro” brasileño (1968-1974), la economía comenzó a desacelerarse. El “milagro” brasileño había logrado generar un clima de confianza entre los inversionistas nacionales y extranjeros, la inflación descendió y el comercio externo logró un pronunciado incremento. Brasil, comenzó a crecer dentro del modelo de sustitución de importaciones e intervencionismo estatal, alcanzando niveles que sorprendieron al mundo. Desde 1968 a 1975 la tasa de crecimiento del PBI fue superior al 10% anual. Esto mantuvo un clima de paz social que hacía innecesaria la extendida represión de los primeros años del régimen.

Sin embargo, se había iniciado un programa económico muy ambicioso (industrias químicas, plantas nucleares, etc.) sin que se prestara atención al predecible drenaje de fondos y a la tensión económica que esto provocaría. Por primera vez desde 1964, influyentes líderes empresariales expresaron abierta y colectivamente una fuerte crítica. Al mismo tiempo, la inquietud social alcanzó niveles de violencia, esa crisis económica aceleró, además, la erosión del apoyo social del régimen.

            La suspensión de la censura de prensa y las elecciones legislativas de 1974 (a inicios del gobierno de Geisel), fueron los pasos iniciales del nuevo curso político. Disfrutando de libre acceso a la radio y la televisión, la oposición parlamentaria logró emprender una campaña sustancial de movilización política, consolidarse como partido político (el Movimiento Democrático Brasileiro, O MDB), e incluso manifestar su popularidad. Hacia finales de 1977 por primera vez (desde 1968), el nuevo gobierno abrió algunos canales (informales) de comunicación con sectores de la oposición parlamentaria y extraparlamentaria. La administración Fiqueiredo adoptó lo que fue percibido como una actitud más tolerante con respecto a las primeras huelgas obreras importantes de la última década. Lo que es más importante, se abolió el sistema bipartidista, y se impusieron unilateralmente procedimientos nuevos y complejos para la formación de una nueva estructura multipartidaria. Hacia mediados de 1980, el perfil del nuevo sistema de partidos políticos comenzó a tomar forma.

            En noviembre de 1981, el gobierno instauró nuevas reglas al proceso electoral (el “Pacote de Novembro”). Se prohibieron todas las alianzas electorales entre los partidos; estas leyes forzaron la competencia entre los cuatro partidos de oposición.

             

Þ  Uruguay

 

Introducción

             Por primera vez en la historia del Uruguay, en 1973 los militares como institución instrumentaron un golpe, a consecuencias del cual los políticos del país fueron desplazados por oficiales de alto rango. A pesar de que siguió habiendo un presidente civil como figura decorativa, el poder estaba en la junta de Oficiales Generales y la cúpula militar, que fueron instalados como directores de la miríada de organismos estatales, empresas públicas y ministerios uruguayos.

 

Etapa previa

             La sociedad presentaba características estables, la izquierda era débil, por lo que las luchas de clases no llegaban a manifestarse en grandes conflictos.

A partir de la década del treinta, se agravan las migraciones hacia las áreas rurales, especialmente la capital, hecho que ocasionó la demanda de nuevos puestos de trabajo, que a su vez impulsó el clientelismo, a lo que le siguió que no se formaron vínculos entre los sindicatos y los principales partidos, y luego, los partidos tradicionales comienzan a desarticularse. A éste inconveniente se le suma la crisis capitalista (generalizada).

Comienza una gran sensación de descontento general, la democracia entra en crisis (desde 1968), se suscitan huelgas, extremismo ideológico, inflación, entre otros problemas.

            La presidencia de Bordaberry imprime decretos contra huelguistas, que sumado al funcionamiento del sistema electoral y las violaciones crecientes de las libertades civiles, crearon las condiciones ideales para que la extrema izquierda difundiera su concepción de que la democracia burguesa era una farsa, y que la estrategia de la guerrilla urbana podría generar una revolución. La proclama estaba dirigida a los jóvenes estudiantes universitarios de Montevideo, a principios de la década de los ’60.

“…los éxitos espectaculares de la más refinada guerrilla latinoamericana, la de los Tupamaros, abonaron al máximo el terreno para que la doctrina de la seguridad nacional fuera absorbida por los militares, cada vez más entrenados en los Estados Unidos, y para un clima de pánico ampliamente exagerado entre las clases media y superior”.

La izquierda pudo reagruparse para las elecciones del ’71, creándose la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). Formada principalmente de comunistas y socialistas, con algunas participaciones de algunos blancos, colorados y hasta demócratas-cristianos.

 

Hacia la militarización

               Una situación de “empate” sin salida, entre Wilson Ferreira y el presidente Bordaberry, abrió el camino político a los militares, quienes estaban convencidos de que podían promover el desarrollo y eliminar la “subversión” de forma más eficaz que el presidente.

 

La Dictadura

             En 1973, el ejército rechaza la elección del Presidente Bordaberry sobre el nombramiento del ministro de defensa, ningún partido acude en su ayuda. Sin embargo, no hace frente y en cambio decide unirse a ellos como figura títere de gobierno.

“Cuando la Asamblea Nacional se negó a suspenderle la inmunidad de un senador para que se lo procesara por los vínculos con terroristas que según se aseguraba tenía, fue clausurada “por graves violaciones a la Constitución””.

[Nota: proporcionalmente las desapariciones y muertes fueron menores en el Uruguay que en la Argentina o Chile, sin embargo, la proporción de individuos presos fue la más alta en la región.]

Las huelgas y protestas se agravaron, como respuesta a la clausura del Parlamento. Como repuesta, los partidos del Frente Amplio fueron desmantelados, su prensa confiscada, y sus líderes arrestados, mientras que los partidos tradicionales fueron meramente suspendidos.

            Los primeros años del régimen militar se caracterizaron por crisis repetidas (sobre todo por desacuerdos acerca de las políticas económicas).

            Tras unos desacuerdos entre Bordaberry y el gobierno militar, el primero fue depuesto y sustituido por Aparicio Méndez (1976), quien firmó la Cuarta Acta Institucional, prohibiendo realizar cualquier actividad política (frentistas, algunos blancos y colorados) y eximiéndolos del derecho a votar (a frentistas), a más de quince mil ex políticos.

            Fue abolida, también, la inamovilidad de los empleados públicos.

[Importante: El sistema judicial fue subordinado al Poder Ejecutivo y se intervino en la maquinaria electiva].

Las nuevas políticas fueron más acatadas por los colorados (especialmente los “pachequistas”), pero los blanco se mostraron más reacios (con excepción de algunos ultraconservadores). En tal extremo el partido blanco, liderado por Wilson Ferreira Aldunate, tomó la controvertida decisión de una alianza con la izquierda. Esta última, logró hacer funcionar, de manera clandestina, su ejecutivo, dado que el General Líber Seregni, desde la cárcel, lograba expedir pronunciamientos políticos.

            El gobierno militar supo también aprovecharse del clientelismo, como forma de búsqueda de apoyo.

            Dentro de los mismos regímenes militares jerarcas, surgieron desconfianzas a cerca de posibles indisciplinas en escalas más bajas y otros grupos, por lo que se revocaron los derechos de voto de policías y militares, pero luego fueron repuestos. Sin embargo, los militares que hubieron acumulado demasiado poder, en los primeros años, fueron despedidos.

            En el área económica, entre 1974 y 1980, el PBI uruguayo, creció a la tasa históricamente alta del 5% anual, a pesar de la crisis del petróleo, se logró un superávit comercial. Pero el costo social fue enorme, en términos de emigración, de caída de los salarios reales, de concentración del ingreso y de represión física de todos los activistas sindicales. Así mismo, no hubo casi ninguna privatización de industrias públicas.

El sector financiero comenzó a expandirse y desde 1978, se decidió reducir la inflación, para lo cual, devaluó de forma muy “suave” el peso (mediante el programa de la “tablita”). Las economías no fueron dirigidas de la mejor manera y entre 1972 y 1983, la deuda externa casi llegó a cuadruplicarse. El gobierno militar perdía el control.

           

Transición de nuevo a la democracia

             El intento de reinstitucionalización controlada fue un fracaso, lo que significó el quiebre definitivo, seguidamente fue proyectado un “Cronograma” y un referéndum constitucional en 1980, para lo cual se permitió, a último momento, la organización controlada de una campaña política para el referéndum, a los partidos políticos tradicionales que pronto mostraron sus oposición (con excepción de los pachequistas). El Cronograma fue derrotado.

Surgieron desacuerdos entre los militares que opinaban que se debía continuar con el proceso de re-democratización, y los que opinaban que se debía relegar la democracia.

Entra en escena un líder de confianza para el alto mando militar, Gregorio Álvarez (“Goyo”), pero finalmente no sirvió a los intereses a largo plazo de la institución.

Finalmente se concluye, que los militares ya no podían estar más a cargo y se pasa a la etapa de negociación con los partidos, en pro de la re-institucionalización.

En diversas puestas a punto y reuniones entre los partidos se llegó a facultar al líder colorado Sanguinetti, para que se reuniera con los comandantes en jefe. Es importante destacar la posición que obtiene el Frente Amplio en estas negociaciones, por primera vez en la historia logra estar “a la par” de los partidos tradicionales.

De las negociaciones se concluye en el Pacto del Club Naval, en el que no se firmó ningún compromiso formal pero se concluyó que: 1) para las promociones en el ejército, el presidente elegirá al comandante en jefe; 2) el Consejo de Seguridad Nacional sería un organismo consultivo que se reunirá a requerimiento del presidente, con una mayoría de ministros; 3) el Parlamento podría votar un “Estado de insurrección” suspendiendo las garantías individuales; 4) implementación del “recurso de amparo”, para que individuos u organizaciones, pudiesen apelar ante la justicia las decisiones del gobierno; 5) sólo continuarían los juicios a militares a quienes fueran arrestados bajo el “Estado de insurrección”… entre otros acuerdos.

      Þ  Chile

 

Históricamente Chile presentaba una solidez política que hacía pensar que su experiencia de facto (1973) sería breve y su vuelta a la democracia inminente, no se dio así.

 

Etapa previa:

 Existía un sistema de partidos políticos variados y una ausencia de oposición a dicha variedad. Los partidos políticos poseían un estrecho contacto con la vida civil, lo cual posibilitó la consolidación de una amplia y diversificada clase política y variedad ideológica. A esto se le suma la “relativa debilidad” y dependencia de las organizaciones autónomas de la sociedad civil, consolidando a los partidos políticos como únicos nexos con el Estado.

            La democratización en Chile fue un proceso muy fragmentado y lento, no todos los sectores político-sociales propugnaban el mismo sistema democrático, por lo que se generó un sistema de Democracia “sustantiva” con la existencia paralela de ideologías políticas que propugnaban cambios radicales y se mostraban en contra del capitalismo.

            Existía una falta de confianza en las fuerzas armadas por parte del sector político, las fuerzas armadas, asimismo, estaban altamente jerarquizadas basándose en el liderazgo fuerte como única legitimación. Además de la disciplina de seguridad nacional imperante en el momento como consecuencia de la Segunda G.M.

 

Provocadores del golpe de Estado:

         La crisis económica de los ’70 dificultaba satisfacer las demandas generales, esto ocasionó un gran descontento hacia el gobierno y hacia el sistema capitalista. Esto se derivó en una creciente aceptación por el socialismo que concluye en la unión de las organizaciones de izquierda (Unidad Popular). La crisis comenzó como económica y culmino en una crisis general, perdiéndose la legitimidad del sistema democrático, cuestionada por un proyecto presentado por la UP.  Ya en el año 1970 se sabe que el sistema político no puede resolver la situación y se pide la intervención de las fuerzas armadas, pero estas no actúan sino hasta 1973.

Dada la crisis, algunos sectores apoyaron el gobierno militar, como los demócratas cristianos. Por último, el sector económicamente dominante veía peligrar sus intereses en el gobierno de la UP, por lo que fueron el apoyo más importante del gobierno militar.

 

El golpe militar:

        El núcleo hegemónico que obtuvo el control del Estado se mantuvo intacto hasta 1981 estaba liderado por Augusto Pinochet, pero los militares no estaban aptos para reorganizar el Estado y la economía, sólo para derrocar a la UP, por lo que Pinochet se hizo de la ayuda de los “Chicago boys”, un equipo económico compuesto por egresados de universidades de Chicago.

En lo político: el golpe militar se basó, como se dijo antes, en la figura de un líder fuerte ayudado por una fuerte jerarquía del organismo militar que, por supuesto, suponía una fuerte subordinación de los rangos menores, legitimado sólo por el uso de la coerción.

Pinochet, continuando como jefe del ejército, pasó de jefe de la junta de gobierno, a cabeza de Estado y por último a Presidente de la República por el referéndum de septiembre de 1980.

En la economía: los “Chicago boys” (con bases en las doctrinas de Milton Friedman), estaban directamente vinculados con los organismos internacionales que aseguraban el flujo del crédito externo necesario para reflotar la economía, asimismo, eran el único lazo con el exterior.

Sustituyeron el sistema del modelo ISI por un “nuevo modelo de desarrollo hacia afuera”, reduciendo la intervención del Estado en las economías, privatizando y permitiendo gran libertad de las mismas y alentando el ingreso de capitales extranjeros. Éste nuevo régimen económico fue muy exitoso hasta que en 1981 surge una nueva crisis.

            En lo social: por supuesto se logra obstruir la creación de organizaciones sociales unificadas.

El aparato represivo estaba bajo las ordenes directas de Pinochet, en 1974 se crea la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) y en 1977 la Central Nacional de Información (CNI).    

 

Proceso de institucionalización:

             Nota: institucionalización es la creación de reglas de juego en diferentes esferas de la sociedad que expresen un proyecto o ideal social. Esta idea comprende dos aspectos: manifestación de un proceso en consolidación y el espacio (aunque limitado) en que los grupos de oposición pueden desenvolverse y los movimientos sociales regenerarse. 

El proceso de institucionalización estuvo siempre entre la demora, para permitir el mayor poder discrecional y la demostración de estabilidad ante organismos internacionales, otros gobiernos, la Iglesia o cualquier otro ente capaz de ejercer presión.

            Primeramente hubo una represión masiva con suspensión del habeas corpus y sin mediación de ningún proceso legal; fue un período de torturas, desapariciones y asesinatos. En 1974 la represión pasa a tener base técnica, haciéndose más selectiva, con la creación de un organismo especializado, el DINA. Por diversas presiones, el gobierno disuelve el DINA en 1977, pero crea el CNI, que intenta seguir los pasos del primero, terminó el régimen de desapariciones y se intentó legalizar la “represión”. Entre 1977 y 1980, la represión se limitó a las detenciones masivas y a provocar miedo y quebrar la moral, también hubo algunas deportaciones, tortura, ejecuciones, la completa eliminación de los partidos políticos y las organizaciones sindicales y los colegios fueron suspendidos hasta 1978 (año en que se hacen ciertas modernizaciones en relaciones laborales, sistemas de salud, educación y seguridad social, sectores agrarios, administración estatal y sistema legal).  La presión internacional hizo que Pinochet planteara un proyecto a largo plazo de posible vuelta a la democracia ya en 1977.

            En 1980 se realiza un “referéndum” constitucional, la Constitución es cambiada en 1981, otorgándole a Pinochet los más amplios poderes discrecionales y excluyó cualquier recurso de defensa convencional. Este referéndum significó la temporal resolución de la crisis y fijó un marco de acción para los diferentes sectores internos 

            El proceso de institucionalización implicó una respuesta a crisis temporarias en sectores particulares y la voluntad de establecer una estructura permanente del régimen. En el proceso se fusionaron las visiones estrictamente capitalistas y la mentalidad militar.

Los principales cambios que introdujo el sistema militar fueron:

1.     Reorientación del aparato productivo.

2.     Fuerte expansión del sector terciario.

3.     Reducción del papel del Estado como agente económico.

4.     Concentración de la riqueza en conglomerados.

5.     Penetración del capitalismo en la agricultura.

6.     Predominio del sector financiero.

7.     Creciente dependencia del sector financiero internacional.

8.    
Alto grado de desempleo            reducción y empobrecimiento de la clase obrera.

 

 Comienza la transición

         Se puede decir que el comienzo de la transición hacia la re-democratización se vio influenciado por factores internos y externos, los primeros tienen raíz en una crisis, que se plantea más adelante, y los segundos se resumen en la presión política. La llegada de la administración Carter a EEUU y el anuncio realizado por varios gobiernos militares latinoamericanos de alguna forma de retorno al gobierno civil, volvió a inscribir la democratización en la agenda chilena. Comenzó un debate entre los partidarios del régimen, que llevó a Pinochet, en julio de 1977, a anunciar un plan político conocido como el Plan Chacarillas, en el que se proponían varias fases de desarrollo institucional, que culminaban en 1985 con la transferencia del poder a civiles, a través de una forma de “democracia” extremadamente restrictiva y exclucionista, en la cual se combinaban sistemas de representación con designaciones por parte de las autoridades militares.

        El Plan Chacarillas era un dispositivo típico para esquivar una crisis. El plan reafirmaba la naturaleza transitoria del régimen militar.

 

Referendum 1980

             La significación que el referéndum de 1980 tuvo para el régimen debe analizarse en tres niveles.

Primero, temporalmente resolvió la crisis interna y fijó un marco dentro del cual los diferentes sectores internos deben operar para no abrir una caja de Pandora que implique la repolitización de las fuerzas armadas. Aunque un marco tal no resuelve definitivamente los desacuerdos internos, los limita de una manera que diferentes sectores del bloque dominante consideran legítima.

Un segundo nivel concierne al modelo político encarnado en la Constitución. (Modelo de transición), que significa sólo el mantenimiento del statu quo establecido por el golpe militar de 1973, es decir un régimen militar con rasgos sumamente personalizados. Este segundo modelo político consistiría supuestamente en la restauración de una democracia total, aunque, en realidad, guarda como una reliquia lo que en términos estrictos debe llamarse un régimen autoritario. Para resumir este modelo político se utilizan oficialmente las expresión es ”democracia autoritaria” o “democracia limitada”, aunque sean contradictorias. Lo que entonces tendríamos es la institucionalización de un liderazgo político-militar personalizado.

El tercer nivel en el que vale la pena analizar el referendo es el que concierne a su significación para la sociedad como un todo y para la oposición. Esta fue en éxito para el gobierno militar, porque confirmo la capacidad del gobierno para la dislocación social y la eficacia de su propaganda en torno de los terrores y traumas del pasado, su continua habilidad para suscitar dudas acerca de la existencia de cualquier alternativa viable, y su aptitud para la manipulación del conformismo pasivo.

En lo que concierne a la oposición política, el referendo marcó un punto alto en su unificación y movilización. Pero también reveló las dificultades que se enfrentaban para penetrar en los sectores de la sociedad que no apoyaban al régimen sino que se adecuaban a él de una manera meramente pasiva.

Caída del Proyecto.

        El proyecto de referéndum finalmente colapsa, sin embargo esto pareció desorientar a la oposición. Este acontecimiento fue seguido, en conjunto, por una crisis del modelo económico y un despertar de la conciencia de que no se estaban logrando resolver los problemas del país, lo que provocó un  paso del régimen militar a una nueva fase, de la cual se extraen cuatro características:

1) implementación de una serie de políticas contradictorias, provocadas por la pérdida de capacidad del régimen para transformar la sociedad y el abandono de su visión inicial.

 2) desintegración del bloque dominante, que ocasionó una división en subgrupos que pugnaban de forma individual por sus intereses.

 3) debilitación del régimen para ejercer el liderazgo, que ocasionó la desintegración del grupo económico que se había formado desde 1975.

            Junto al progresivo debilitamiento del sector dominante, se fortalece la “protesta nacional”, surgen los “movimientos de masas”, formadas principalmente por jóvenes (las juventudes populares), que fueron dirigidas por grupos políticamente más organizados. La respuesta de Pinochet consistió en reagrupar a las corrientes derechistas y formar con ellas un gabinete, además de reprimir a los sectores populares.

            Hay que aclarar que la crisis que surge desde 1981 no se origina en las acciones de la oposición, sino en las contradicciones y problemas creados por el mismo régimen.

 

Transición a la democracia

             Debemos tener presente la distinción entre las transformaciones que se producen dentro un régimen militar y lo llevan a abrir espacios para la competición y la institucionalización de un modelo autoritario. Estas transformaciones no han apuntado a la consolidación de una sociedad de masas por medio de la industrialización y la expansión del Estado, con todas las consecuencias asociadas para la consolidación de nuevas fuerzas sociales. Por el contrario, lo que ha predominado ha sido la marginación, la segmentación y atomización, tanto en el contexto rural como en el contexto urbano; una reducción del papel del Estado como punto de referencia para la acción colectiva; una contracción del aparato productivo industrial y del sector público, con un nivel de desempleo permanentemente alto; y la expansión de sectores sólo vinculados con el sistema productivo. Estos motivos ocasionaron una transición a la democracia más en términos de organización social que en el sector político. De modo que la transición es “invisible”, o sea que, no puede medirse en términos de mecanismos y etapas del régimen político, sólo en términos de la democratización de la sociedad y de la reconstrucción política de la oposición.

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