Democracia en América Latina

Democracia en América Latina desde 1930

En los primeros decenios del S XX la mayoría de los principales países latinoamericanos ya habían conseguido instaurar por lo menos “democracias oligárquicas”. Sin embargo, la depresión mundial de los años ’30 desató fuerzas que debilitaron el avance del gobierno representativo.

Partidos y Sistemas de Partidos

Al empezar la segunda mitad del S XIX los primeros partidos de América Latina ya se habían cristalizado en redes nacionales agrupados de manera poco rígida en Conservadores y Liberales, que representaban a las elites rivales formadas por terratenientes y comerciantes con sus respectivos seguidores.

Los conservadores: tendían a defender la centralización del poder, los privilegios de la Iglesia Católica y a oponerse al libre comercio.

Los liberales: aspiraban a un orden más secular, descentralizado y orientado al mercado.

En general, las luchas familiares, regionales y personalistas por el poder eclipsaron las diferencias ideológicas visibles entre los partidos. Solamente los partidos de  Chile, Uruguay y Colombia se aproximaron a los partidos modernos de fines de siglo. Chile fue un caso único porque creó un sistema pluripartidista del cual formaban parte el Partido Comunista y el Partido Socialista.

En Uruguay y Colombia los partidos tradicionales pudieron mantener su posición hegemónica, debido a la falta de una oposición obrera fuerte que equivaliese a la del sector chileno y de un partido centrista con el suficiente arraigo electoral como el de los radicales chilenos.

Populismos y Partidos

En varios países el orden establecido no se vio solamente amenazado por partidos de izquierda, sino también por partidos y movimientos populistas. En varios países, los movimientos o partidos populistas eran, en esencia, vehículos personalistas que no superaron la muerte o la decadencia de su fundador (el caso de Colombia, de Perú y de Chile)

El populismo presentaba tremenda variaciones en el continente latinoamericano en lo que se refería a su importancia. En Venezuela y Costa Rica los partidos populistas surgieron al terminar la segunda guerra mundial. En otras partes los partidos populistas se arraigaron en actores que eran sólo ambiguamente democráticos en un entorno hostil (Argentina y Perú) o nunca llegaron a institucionalizarse por completo (Brasil). El que podría decirse que fue el primer partido populista del continente fue el peruano APRA (1924).

En Argentina y Brasil los partidos populistas en realidad se formaron desde arriba debido a que dos líderes, Perón y Vargas, optaron por crear movimientos políticos desde sus posiciones en el poder. Al mismo tiempo, las reformas que instituyeron estos líderes fueron generando un enorme apoyo popular y acabaron permitiendo que cada uno de ellos ganara en unas elecciones democráticas.

Además de los partidos izquierdistas y populistas desde finales de los años cuarenta, empezaron a emerger en América Latina partidos que se inspiraban en la doctrina social católica. Los partidos demócratas cristianos llegaron a tener influencia especial en Chile, en Venezuela y más adelante en Costa Rica.

 Þ  Populismo

 Desde el punto de vista histórico/ sociológico, el populismo enfatiza la visión sociopolítica de múltiples clases en la sociedad, que surgieran en las primeras etapas de industrialización en América Latina. El punto de vista económico, es la visión que reduce al populismo a una indisciplina fiscal, y a una serie de medidas expansionistas o redistributivas para presionar el consumo de las masas. Generan, generalmente, un gran gasto público. Ideológicamente, el populismo se puede asociar con el discurso que articula la contradicción entre el “pueblo” y un “bloque de poder”. Políticamente hablando, se puede igualar al populismo con movilizaciones de gente (desde lo más alto a lo más bajo de la sociedad) por líderes personalistas. No hay una estructura política organizada. Su discurso se podría describir como polarizante, y claramente se opone a las oligarquías.

Sistema de Partidos Políticos

Los países tendieron a convertirse en poderosos intermediarios entre la sociedad civil y el Estado, lo cual reforzaba más las reglas del juego democrático. Al parecer, son tres los requisitos para que exista un sistema de partidos fuertes.

1)     Cierto grado de institucionalización y coherencia, en un nivel que como mínimo, sea parecido a los del Estado y al de las organizaciones de la sociedad civil. Es decir, que sean lo suficientemente arraigados como para que no sean eclipsados o dominados por otros actores como el Estado, o sectores corporativos de la sociedad (como pasó en la Argentina).

2)     Es necesario que den cabida a sectores amplios de la población. Es decir, tienen que generar una mezcla de incentivos, tanto ideológicos y pragmáticos como materiales para atraer al electorado, y no depender de uno solamente.

3)     Es importante que los grupos económicamente dominantes se consideren representados en el sistema de partidos políticos, ya sea por medio de un partido conservador viable o de una presencia o influencia apropiada en uno o dos de los demás partidos.

 Elecciones y Sufragios

Debido a su naturaleza esporádica, las elecciones por sí solas no bastan para asegurar la democracia. Las elecciones auténticamente competitivas, a menudo, han sido problemáticas en América Latina. Principalmente como consecuencia directa de golpes de militares o de la prolongación ilegal de mandatos presidenciales. Las elecciones no siempre se han celebrado con regularidad, y tampoco han sido plenamente libres. Tampoco han sido siempre limpias en el sentido de permitir a todos los votantes igual acceso a los comicios o en el de informar fielmente el recuento de votos reales. La ampliación del sufragio es un elemento de importancia crucial en la formación de toda democracia. De a poco se fueron eliminando de los países latinoamericanos los requisitos de ser propietario y de saber leer y escribir. Se les concedió a las mujeres el derecho a votar y se estableció la obligatoriedad de la votación.

Experiencias Democráticas

Según la Competencia, el Orden Constitucional y la Participación

Se dividen en tres grandes grupos.

1)     Uruguay y Chile. Ambos países tenían sistemas de partidos democráticos que se encontraban entre los más fuertes de América Latina (aunque muy diferentes entre sí). A pesar de esto, ambos países sucumbieron ante gobiernos militares.

2)     Venezuela, Costa Rica y Colombia. La grave crisis que sufrieron sus democracias en los años ’40 y ’50 contribuyó a resolver de modo duradero la cuestión de la tolerancia de una oposición democrática. Se dio origen a nuevos partidos. En contraste con los otros 5 países ninguno de estos tres sucumbieron al gobierno militar durante los 70s, 80s, etc.

3)     Argentina, Brasil y Perú. Durante gran parte del período que empezó en 1930 cuando no eran gobernados por regímenes autoritarios, estos países tenían regímenes híbridos (democráticos- autoritarios). Tanto Brasil como Perú estuvieron bajo el gobierno de militares en los años sesenta, y tienen los sistemas de partidos más débiles y más fragmentarios de los ocho países.

Los golpes del ’30 reflejan el temor de las elites a la potencial movilización de las masas en protesta por la crisis económica. A mediados del decenio de 1940 los regímenes autoritarios ya habían terminado. En todo el continente, el final de la segunda guerra mundial consolidó a las fuerzas democráticas, así como a las fuerza de izquierda. 

En 1959, por primera vez desde 1949, los ochos países sin excepción volvían a ser democracias políticas, aunque en varios de ellos existieron restricciones significativas. Irónicamente, 1959 fue el año de la revolución cubana que, de manera profunda, influyó en las ideas de toda América Latina y planteó nuevas amenazas y desafíos a la democracia latinoamericana.

Para Hartlyn y Valenzuela, se tiene que cumplir con tres requisitos para el ejercicio de la democracia.

  1. COMPTENCIA
  2. PARTICIPACIÓN CIUDADANA
  3. NORMAS E INSTITUCIONES (CONSTITUCIONALISMO)

Competencia: la esencia de la competencia es la aceptación de la legitimidad de la oposición política. La competencia requiere que el Estado proteja la libertad de expresión y de asociación y que se celebren elecciones regulares, libres y limpias.

Participación: las democracias se basan por definición en el concepto de la soberanía popular. A medida que las democracias evolucionan, las disposiciones constitucionales referentes a la ciudadanía se amplían para dar cabida a proporciones mayores de la población. El sufragio evoluciona, empieza a ser ampliado. En un principio, se daba lo que se llamó el sufragio “censitario”, que se basaba en la paga de un impuesto para poder participar en las elecciones. Luego se vuelve universal (restringido a la población masculina, en 1916 en Argentina y en 1918, hasta que se llega al sufragio femenino, en 1938 en Uruguay y  en 1946 en Argentina.

Constitucionalismo: es decir, el respeto por el orden constitucional que encarnan los documentos de la nación. Una democracia constitucional que restringe los poderes de las autoridades gubernamentales, también fija los límites de las mayorías electorales o sus representantes.

Importante: las prácticas democráticas se consolidan cuando los que están en el poder y los que aspiran a él perciben, que lo que más les conviene a sus intereses fundamentales, es llegar a un acuerdo para crear instituciones y mecanismos reglamentarios con el fin de resolver sus diferencias pacíficamente.

 

Separación de poderes en América Latina

Preocupados por el peligro de la tiranía los latinoamericanos adoptaron la forma de gobierno presidencial, sistema que se basaba en la doctrina de separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial). Sin embargo, el peso del Poder Ejecutivo era mayor que el de los otros dos. La autoridad presidencial es el elemento distintivo de las estructuras latinoamericanas. A mediados del S XX los presidentes latinos habían adquirido grandes poderes para formular las reglas, varios países latinoamericanos le daban al Ejecutivo amplia “iniciativa”  para formular leyes. El Ejecutivo también adquirió gran libertad para promulgar decretos, o decretos-ley, en cuestiones diversas. Los presidentes minoritarios y los conflictos serios entre el Poder Ejecutivo y Legislativo fueron factores importantes en las rupturas del sistema democrático (golpes de Estado, autogolpes presidenciales, etc.). Las medidas que se tomaron a tal efecto consistían en limitar la duración del mandato presidencial, crear mecanismos que garantizasen que el Ejecutivo fuera responsable ante el Congreso, o introducir ejecutivos colegiados (caso de Uruguay).

 Bicameralismo en América Latina

Al emular el documento de los Estados Unidos, la mayoría de los redactores de las constituciones latinas optaron por las legislaturas bicamerales (Cámara de Senadores y Cámara de Diputados). Esta fórmula bicameral, estaba estrechamente relacionada con el concepto de federalismo en los Estados Unidos, y este se puso en práctica en regímenes unitarios de toda la región. En América Latina el bicameralismo no tenía mucha razón de ser ya que los Estados latinoamericanos no eran federales (en su mayoría).

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