El referendo revocatorio de Bolivia


*Por Jonathan Arriola.

El pasado domingo, bajo la atenta mirada latinoamericana y extra- continental, se llevó a cabo, en Bolivia, la votación del referendo revocatorio convocado por el gobierno de Evo Morales.

A pesar de la atmósfera de nerviosismo que envolvía al acto democrático (ya que estaba en juego nada más ni nada menos que la continuidad en el gobierno del presidente y de los gobernadores) el mismo transcurrió sin mayores incidentes. Fue destacable además, la gran cantidad de ciudadanos que concurrieron a votar (un porcentaje mayor al 82% según la Misión de Observación Electoral de la OEA) lo que ilustra, claramente, la importancia que, para el pueblo boliviano, tal acto poseía.

Dicho referéndum revocatorio, que sometía al gobierno a una especie de “juicio ciudadano”, ha dejado importantes consecuencias políticas las cuales se vienen a sumar al vertiginoso proceso experimentado, en materia política, por el país indígena (recordemos que regiones de Bolivia como Pando, Beni, Santa Cruz y Tarija han votado por su autonomía, aspirando a un gobierno completamente descentralizado que deje espacio a la autodeterminación).

Si bien los resultados oficiales de las votaciones no se revelarán hasta dentro de una semana (aproximadamente), los sondeos “a boca de urna” ya anuncian la ratificación del puesto de presidente para Morales por más de un 60% del total de los votos (un porcentaje mayor al que obtuvo cuando fue elegido presidente). Sin embargo, y a pesar de que esto podría ser considerado, en primera instancia, como un triunfo del oficialismo, cabe señalar que, como contrapartida, los gobernadores regionales (y en especial aquellos que impulsaron la autonomía de sus respectivas regiones), opositores al gobierno de Evo, también salieron fortalecidos luego de haber sido, igualmente, ratificados por la ciudadanía boliviana.

De esta manera se constata el intrínseco doble-efecto del resultado del referendo que, por un lado, afianza la posición de Morales como el Jefe del Estado boliviano y le ayuda a mantener la preciada centralización del gobierno, pero que, a su vez, y con el mismo ímpetu (ya que los prefectos de las regiones  opositoras, aspirantes a la autonomía, serían ratificados en sus puestos por más del 50%), refuerza también a la oposición.

Más allá de algunas bajas en ambos bandos (el gobernador de Oruro, quien apoyaba al gobierno de Morales, habría sido revocado de su mandato, junto con los gobernadores opositores de La Paz y Cochabamba) lo que cambió realmente, es el posicionamiento de ambas partes ya que ahora se sentirán con más legitimidad para, tal vez, endurecer o radicalizar sus respectivas posturas. Sobre todo en aquellas regiones que buscan la autonomía y que miran con desdeño las propuestas de corte indígena – socialista que promueve Morales (ver Letras Internacionales Nº 27).

Este referendo fue impulsado por Morales quien, seguramente, vio en esta herramienta la oportunidad para brindarle a su gobierno el impulso que necesitaba para lidiar con los serios conflictos que rodeaban a su administración; tanto en torno al polémico proceso de “refundación” de la nacionalidad boliviana planteado por el propio Jefe de Estado, como por los referendos que llevaron a cabo las  cuatro regiones para conseguir su autonomía. Claramente era también una oportunidad para que la ciudadanía boliviana se encargara, directamente, de los problemas políticos que le atañen; luego de que el sistema político boliviano fuera incapaz de encontrar una solución para sus diferencias.

Sin embargo,  Morales podría haber utilizado una espada de doble filo y  lejos de haber aplacado los ánimos autonómicos parece haberlos encendido nuevamente. Los sentimientos regionalistas revivieron con más fuerza. Lo santacruceños salieron a festejar la ratificación del puesto de su prefecto como si hubiesen conseguido la mismísima victoria autonómica. El alcalde de Beni, Shiriqui, les pidió a las autoridades de su región que pusieran en marcha el estatuto autonómico anteriormente aprobado. Algo similar ocurrió con el perfecto de Tarija, Cossío, quien declaró que aplicaría el estatuto autonómico de inmediato.

Los resultados del referendo (que señalamos anteriormente) no hacen más que exteriorizar el malestar que se generó, en el seno de la sociedad boliviana, por las diferencias político-sociales, y que se agravó, con la propuesta, tal vez un poco desacertada, de Evo Morales que pretende replantear la frágil nacionalidad boliviana.

Creo que este acto es una etapa más del proceso político por el cual está pasando Bolivia y que tendrá, sin lugar a dudas, su punto más álgido cuando haya que buscar el consenso (al cual Morales aspira) para la aprobación de la nueva Constitución, que apunta a una profunda reestructuración política del país indígena.

*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Depto. de Estudios Internacionales
 FACS - ORT Uruguay

Publicado en la Revista digital LETRAS INTERNACIONALES
Año 2 - Número 34 / Jueves 14 de agosto de 2008
Montevideo - Uruguay

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