Los desafíos de la India Segunda parte: desigualdad y desarrollo.



*Por Jonathan Arriola.


En el Letras pasado repasamos tanto los aspectos políticos particulares de la India como los elementos que hacen a su actual perfilamiento como potencial mundial. Resaltamos la habilidad india para mantener una democracia estable en un entorno regional poco amistoso para con ese tipo de sistema político. Señalamos, además, la buena articulación existente entre la inmensa pluralidad y el régimen democrático, así como también advertimos de los peligros que se pueden suscitar de la mano de ciertos grupos nacionalistas-hinduistas que son capitalizados, mayoritariamente, por el partido Bharatiya Janata.

Habiendo contemplado todo este contexto político, y los desafíos a resolver en esta materia, estamos en condiciones de dirigirnos, más específicamente, a los retos económicos a los cuales la India se enfrenta en aras de explotar todas sus posibilidades económicas.

Nadie duda de la capacidad y de la potencialidad económica que presenta la India.
De hecho, India y China son las culpables del crecimiento económico mundial de los últimos años que, de no ser por ellas, no hubiera sido posible. Pero ¿qué posibilitó el estallido de la economía india? No es posible responder a esta pregunta sino es recurriendo a la propia historia del proceso económico de ese país milenario.

Tras su independencia la India optó por recorrer el camino de la economía planificada, simpatizante del socialismo, de la mano de J. Nehru, el primer ministro de la Unión India de aquel entonces. Este régimen, de fuerte intervención estatal y  aspirante a generar un país autárquico, a pesar de haber provocado un crecimiento importante en la economía durante varios años, llevó al país a una estrepitosa crisis que estalló en los principios de los años 90. Esto obligó a Narashima Rao, quien en ese momento era el presidente del Congreso - el partido político mayoritario en el parlamento indio a principios de los 90 - a  aventurarse a impulsar reformas económicas. Aconsejado por el Banco Mundial, el gigante asiático se metió de lleno a efectuar reformas neoliberales. La liberalización del mercado, las importaciones de productos extranjeros, la entrada de capitales destinados a invertir y la ola de privatizaciones permitieron un gran desarrollo económico. Dicha bonanza económica se transformó en una realidad tangible que trasladó sus crecientes beneficios, principalmente, a la clase media india.

Sin embargo, y a pesar de haber experimentado ambos extremos de la política económica, la desigualdad logró trascender los sistemas económicos; siendo la única variable constante. Pero al hablar de desigualdad en la India no sólo hablamos de la que se manifiesta en el plano económico, sino de aquella que se hace sentir en varios aspectos de la realidad india, como la educación o la propia cultura.

 Si bien, a partir de los 90, la India logró reducir la pobreza e incrementar la clase media (llegando a ser unos 300 millones aproximadamente), esa reducción resulta ser discreta en comparación con el crecimiento económico de los últimos años. Los sectores que han estado empujando la economía india, han sido el de servicios y el tecnológico (principalmente), registrándose un crecimiento ínfimo (del 2% anual aproximadamente) en el sector agrícola, sector en el cual, paradójicamente, trabaja la mayoría de la población pobre y poco educada (unos setecientos millones de personas, más o menos). Aquí está la raíz del problema de la desigualdad, los sustentadores del desarrollo económico indio son, en realidad, aquellos individuos de clase media y urbana que pueden acceder a una educación superior que les permite insertarse, rápidamente, en los expansivos sectores económicos de los cuales extraen mayores beneficios.

La educación parece ser el elemento crucial para posibilitar la distribución de los beneficios económicos en los sectores más pobres. Sin embargo, el problema del acceso a la educación es patente (índices de analfabetismo alarmantes así lo indican, 50% en las mujeres y 35% en los hombres). Los inconvenientes  de acceso, a la educación no son una dificultad que se presente por falta de recursos humanos económicos o en el ámbito institucional, exclusivamente, sino que parece deberse, en última instancia, a factores culturales de fondo. Siendo conscientes de que estamos adoptando una mirada reduccionista podemos decir que el sistema de castas, legalmente abolido pero culturalmente –todavía- arraigado, podría explicar la perpetuación de las diferencias sociales. La pertenencia a los sectores inferiores del sistema de castas, el género y el lugar de residencia parecen ser los elementos que condicionan el nivel de vida socio-económico y el nivel educativo de las personas. Siendo las mujeres y los “parias” odalits” (los llamados “intocables” son la clase más baja dentro del sistema de castas) los más perjudicados de todos.

Más allá del desafío, que tiene el gobierno indio para resolver estos intrínsecos problemas culturales, es destacable el papel que han jugado los movimientos sociales en la lucha por las mejoras de las posibilidades económicas para los sectores más pobres. Dichos movimientos, en un marco de respeto por la libertad y respaldados por una democracia sólida – como la de la India -, han logrado influenciar, satisfactoriamente, las decisiones políticas; destacándose como actores verdaderamente importantes en esa puja por la distribución de la riqueza.

A pesar de que la India debe enfrentar serios problemas de cara a su asunción como potencia mundial, no nos cabe la menor duda acerca de su capacidad para el triunfo. La India cuenta con herramientas muy importantes a su disposición. La clave del éxito está, sin duda, en la relación de complementariedad, que puede desarrollarse, entre el régimen democrático (culturalmente arraigado) y los movimientos sociales políticamente activos que, en un trabajo en conjunto, podrán posibilitar una mejora en la distribución de la riqueza absolutamente necesaria para desarrollo económico.

Así se despertará, con más fuerza que nunca, el otro gigante asiático.

*Estudiante de la Licenciatura en Estudios Internacionales.
Depto. de Estudios Internacionales
 FACS - ORT Uruguay

Publicado en la Revista digital LETRAS INTERNACIONALES
Año 2 - Número 39 / Jueves 18 de setiembre de 2008
Montevideo - Uruguay

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